Otro día

Dietmar Dressel

Llega el momento en que los 65 años de vida están al alcance, finalmente uno piensa con alivio, retirado. ¡Hasta aquí todo bien! No pasa mucho tiempo antes de que el 66 cumpleaños se celebre con la familia y, con creciente impaciencia, queda claro que ese día, con sus 24 horas, puede ser bastante largo.

Familia, nietos, holgazanear, viajar y ocasionales experimentos botánicos en jardinería ya no son suficientes para darle al día una cara interesante, ¿qué hacer? No puede evitar esta pregunta si no quiere pasar el resto de su vida en el sofá y frente al televisor. Por eso, me pregunté, repensar los muchos pensamientos e ideas que se han acumulado en el transcurso de la vida y, si es posible, procesarlos por escrito. Tan pronto como se piensan tales pensamientos hasta el final, se desarrolla la iniciativa necesaria. Se requieren estudios de literatura. Si la cabeza piensa sin pensar en el cuerpo, ya tiene 66 años. Fueron estos tres años de estudio los que me mostraron que la escritura creativa no tiene que seguir siendo un secreto oscuro si intentas transmitirlo. Y algo más me ayudó mucho a abordar la escritura en serio. El "escucha" espiritual para buscar conversaciones con la conciencia y su voz interior.

Muchos de mis amigos y lectores me han estado preguntando durante mucho tiempo, ¿cómo les va escribiendo tantos libros en tan poco tiempo? Francamente, ni siquiera puedo responder a esta pregunta aparentemente simple. Creo que es mi voz interior la que quiere discutir conmigo todo el tiempo. Y así, los pensamientos fluyen casi automáticamente en el teclado de mi computadora como si fueran dirigidos por un fantasma.